Estadísticas

Una Voz para las Historias Silenciadas

En la Fundación Crecer en Familia, trabajamos incansablemente para visibilizar y combatir el doloroso flagelo de las falsas denuncias y el impedimento de contacto. Durante los últimos cinco años, hemos recopilado datos a través de nuestro formulario en línea, y hoy, con una muestra de Cientos de personas afectadas, podemos presentar un análisis detallado de esta cruda realidad.

Estas estadísticas no son solo números; son el reflejo de vidas fragmentadas, de lazos familiares rotos y del sufrimiento de padres e hijos que luchan por un derecho que les ha sido negado. A través de este informe, queremos dar voz a cada una de esas historias silenciadas y, al mismo tiempo, ofrecer una visión clara de la problemática para la comunidad.

Te invitamos a explorar estos datos y a sumarte a nuestra causa. Porque juntos, podemos transformar la incertidumbre en esperanza y el dolor en acción.

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Las Falsas denuncias no distingue género

El gráfico muestra que el 69.44% de las víctimas de falsas denuncias son hombres, mientras que el 30.56% son mujeres. Estos datos, provenientes del Registro de Falsas Denuncias de la fundación.

A menudo, la sociedad tiende a estigmatizar a las víctimas de falsa denuncia bajo la creencia de que “algo habrán hecho” o de que el problema solo afecta a un género. Sin embargo, estos números demuestran que el dolor y la injusticia atraviesan a ambos sexos. Las falsas acusaciones son una herramienta cruel que se utiliza en conflictos familiares para dañar y separar, sin importar si la víctima es padre o madre.

 

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Análisis de la Distribución por Edad de los Denunciados

El gráfico muestra que el porcentaje de personas denunciadas por falsas acusaciones alcanza su pico más alto en el rango de edad de 40 a 49 años, con un 25.8%. Le siguen de cerca los denunciados de entre 50 y 59 años, con un 19.4%, y el grupo de 30 a 39 años, con un 16.1%. La cifra más baja corresponde a los mayores de 70 años, con un 5.4%, y a los jóvenes de entre 20 y 29 años, con un 7.5%.

Estos datos reflejan una realidad crucial: el  pico de denuncias coincide directamente con la edad en la que se registra la mayor tasa de divorcios. Esto sugiere que las falsas denuncias e impedimentos de contacto no son solo actos aislados, sino que son herramientas que se utilizan en el contexto de un divorcio conflictivo.

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Análisis de la Distribución Demográfica

El gráfico muestra que San Miguel de Tucumán concentra la mayor cantidad de denunciados, con un 66.67%. Le siguen Tafí Viejo con un 12.00%, Yerba Buena con un 8.00%, y Las Talitas con un 4.00%. Un 9.34% de los casos corresponden a otras localidades de la provincia. Estos datos evidencian que el grueso de las situaciones que abordamos se encuentra en la capital y sus alrededores.

Estos números son un claro reflejo de que el fenómeno de las falsas denuncias y el impedimento de contacto se manifiesta con mayor frecuencia en las zonas de mayor densidad poblacional. San Miguel de Tucumán, al ser el principal centro urbano, concentra no solo la mayor cantidad de habitantes, sino también la mayor cantidad de divorcios, conflictos y, lamentablemente, de casos de manipulación y violencia familiar.

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Impacto Psicológico de las Falsas Denuncias

El gráfico revela que el 67.40% de las personas denunciadas han recibido asistencia psicológica, mientras que un 32.60% no lo ha hecho. Estos datos son una muestra clara del profundo impacto emocional que tienen las falsas denuncias e impedimento de contacto. Las falsas denuncias “ahogan, asfixian, matan”.

La cifra del 67.40% de personas que buscan ayuda psicológica demuestra que quienes son víctimas de falsas acusaciones no solo enfrentan una batalla legal, sino también una lucha interna para procesar el dolor, la frustración y la impotencia de ser separados de sus hijos. Es una herida emocional que no se ve, pero que tiene consecuencias devastadoras en la salud mental de los afectados.

Por otro lado, el 32.60% que no recibe asistencia es motivo de profunda preocupación. El porcentaje de quienes no pueden acceder a terapia es del 33%, y de ese grupo, el suicidio alcanza el 10%. Esto subraya la urgencia de que fundaciones como la nuestra brinden apoyo y acompañamiento. El sufrimiento de un padre o una madre que no puede ver a sus hijos es inmenso y, como vemos, puede llevar a desenlaces trágicos.

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La Lucrativa Industria del Sufrimiento

Estos datos nos muestran una realidad preocupante: aunque la mayoría de las personas pueden costear un abogado privado para su defensa, casi un tercio de los denunciados (el 17.6% que recurre al defensor del Estado y el 12.2% que no tiene abogado) se encuentra en una situación de vulnerabilidad económica.

Estos datos, analizados desde una perspectiva crítica, revelan una realidad incómoda: el sufrimiento de padres y madres por las falsas denuncias se ha convertido, para muchos, en un negocio. El alto porcentaje de personas que recurren a abogados privados nos indica que la batalla legal es costosa y que quienes tienen los recursos económicos pueden acceder a una defensa que, en teoría, les asegura mejores resultados.

En la Fundación Crecer en Familia, vemos a diario cómo algunos abogados no solo aprovechan la desesperación de sus clientes, sino que prolongan innecesariamente los procesos judiciales. Esta lentitud no se debe a la complejidad del caso, sino a la falta de ética, ya que cada audiencia, cada escrito y cada demora se traduce en más honorarios. Mientras el padre o la madre sufre por la separación de sus hijos, el sistema legal se beneficia de su dolor.

La mirada de la Fundación sobre este tema es clara: este flagelo se ha convertido en una industria de la manipulación. Se aprovecha la vulnerabilidad de las familias para prolongar conflictos y generar ganancias, en lugar de buscar la solución más justa y rápida para el bienestar de los niños. Este enfoque no solo es inmoral, sino que también deshumaniza la justicia y socava la confianza en el sistema.

Nuestra misión es denunciar estas prácticas y ofrecer una alternativa de apoyo, basada en la empatía y en la defensa genuina del vínculo familiar. Por eso, promovemos un trabajo interdisciplinario y una justicia que no solo sea eficaz, sino que también tenga alma.

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Impacto de las Acusaciones Falsas

El gráfico nos muestra el estado de privación de libertad de las personas acusadas falsamente. Se observa que la gran mayoría, un 87.80%, no fue privada de su libertad. Sin embargo, un 8.10% estuvo anteriormente privado de su libertad, y un preocupante 4.10% se encuentra actualmente privado de su libertad.

Si bien el 87.80% de las personas no ha perdido su libertad, el solo hecho de ser acusados falsamente es un castigo en sí mismo. Las cifras del 8.10% que estuvo en prisión y el 4.10% que sigue en esa situación nos demuestran una realidad desgarradora. Para la Fundación Crecer en Familia, estos números son más que estadísticas; son historias de vidas injustamente pausadas, de personas separadas de sus hijos, de familias que enfrentan un trauma profundo.

Las falsas acusaciones, incluso cuando no culminan en una pena de cárcel, causan un daño irreparable. Desencadenan un calvario emocional y legal que afecta el bienestar psicológico, la reputación social y la economía de la persona. Además, complican aún más el vínculo con los hijos, generando un dolor que es difícil de sanar.

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Órdenes de Protección y el Acceso a los Hijos

El gráfico de “Padres con Órdenes de Protección y Acceso a Hijos” muestra un dato alarmante: el 68.9% de los padres tienen una medida de protección de persona en su contra y, como consecuencia, no pueden ver a sus hijos. Un 23% no tiene órdenes de protección, y un 8.1% no está seguro de tenerlas.

Para la Fundación Crecer en Familia, este gráfico pone de relieve la facilidad con la que se utilizan las órdenes de protección para cortar de manera abrupta y forzada el vínculo entre padres e hijos. Aunque estas medidas fueron creadas para proteger a las personas de situaciones de riesgo, en un contexto de divorcio conflictivo, a menudo se convierten en una herramienta legal para la venganza y el impedimento de contacto.

El 68.9% de los casos que vemos a diario nos confirma que una simple denuncia, aunque sea falsa, puede llevar a una medida cautelar que separa a un padre de su hijo sin una evaluación exhaustiva previa. Esta situación no solo genera un daño emocional y psicológico en el progenitor, sino que, lo que es más grave, hiere el alma de los niños, quienes quedan en medio de una disputa sin entender por qué se les ha quitado la presencia de uno de sus padres.

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Una Justicia que no escucha, es cómplice

El gráfico presenta un análisis contundente de la percepción que las personas tienen sobre la seriedad y la escucha de su caso por parte del sistema judicial. Los resultados son desoladores: un 67.6% de los encuestados calificó con un 1 (la calificación más baja) el grado en que su caso está siendo tomado en serio. Esto indica que una abrumadora mayoría se siente completamente desamparada por la justicia.

Estos datos nos muestran una dolorosa realidad: la falta de confianza en el sistema judicial es profunda. La gran mayoría de quienes sufren de falsas denuncias o impedimento de contacto sienten que sus voces no son escuchadas, que su dolor es ignorado y que la justicia no está trabajando en su caso. No obtener ni siquiera una calificación de 8 o 10 demuestra que el sistema está fallando de manera sistemática en su función de proteger a las víctimas y de garantizar un proceso justo.

Es la confirmación más clara de nuestra misión. Como decimos, la justicia necesita humanizarse. No se trata solo de aplicar la ley, sino de escuchar el sufrimiento, de comprender las historias que hay detrás de los expedientes y de reparar el daño emocional y afectivo.

La sensación de desamparo que reflejan estos números es el motor de nuestro trabajo. Seguimos luchando para que las víctimas no estén solas, para que sus casos sean visibilizados y para que, algún día, esta gráfica pueda mostrar una realidad diferente, una en la que la justicia no solo sea un ideal, sino una experiencia real para cada familia afectada.

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Elevados tiempos de los Plazos Judiciales

La suma de las respuestas que califican los plazos como “demasiado largos” (90.5%) y “largos” (6.8%) alcanza un contundente 97.3%. Por el contrario, un 1.4% los considera moderados y otro 1.4% los califica como aceptables. Nadie, de los afectados considera que los plazos sean “óptimos” (0%).

Estos datos son un reflejo crudo de una realidad que conocemos muy bien en la Fundación Crecer en Familia: la justicia en el ámbito familiar es, para la mayoría, exasperantemente lenta. Cada día que pasa en un proceso judicial es un día más en el que un niño no puede ver a su padre o a su madre, un día más en el que un vínculo se debilita. El tiempo en estos casos no es una abstracción legal; es el tiempo de la infancia, del desarrollo emocional y de la formación de una identidad.

La lentitud del sistema judicial no solo prolonga el sufrimiento de las familias, sino que también favorece a quienes buscan obstruir el contacto, ya que cada demora juega a su favor. La ausencia prolongada genera un daño irreparable en el alma de los niños, que crecen sintiendo que el amor se les negó. Como decimos en la fundación, “el afecto no se legisla, se protege”.

Estos números nos reafirman la urgencia de trabajar en la sensibilización de los operadores judiciales para que entiendan el valor del tiempo en estas causas. Nuestra misión es seguir luchando para que los procesos sean más ágiles, efectivos y, sobre todo, para que estén a la altura de la urgencia que requiere la defensa del interés superior del niño.

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Niños huérfanos con Padres vivos, el silencio del Alma Infantil

Estos datos no son meros números; son un grito de auxilio silencioso. El 95.9% representa la cruda realidad de miles de niños a quienes se les niega el derecho fundamental de amar y ser amado por sus padres y abuelos. Una cifra tan elevada demuestra que el sistema judicial, en muchos casos, no está protegiendo el vínculo familiar, sino que lo está fragmentando.

Para la Fundación Crecer en Familia, estos números nos confirman que el dolor más grande de este cruel flagelo recae sobre los más vulnerables: los niños. Ellos son las verdaderas víctimas de las falsas denuncias, los procesos largos y la falta de empatía del sistema. Un niño privado del contacto con un padre o un abuelo no solo sufre la ausencia; también puede desarrollar un profundo sentimiento de abandono, culpa y desconfianza.

Nuestra misión es continuar visibilizando esta realidad. A través de nuestra labor, buscamos que cada magistrado, cada profesional del derecho y cada persona en la sociedad tome conciencia de que el mayor daño en estas causas lo sufren los niños. Luchamos para que este 95.9% se reduzca, y para que cada niño tenga la posibilidad de crecer con el amor y el afecto de su familia.

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La lenta y Dolorosa Búsqueda de la Justicia

La situación procesal de las denuncias falsas, revela que un 48.6% de los casos se encuentran “No en curso”. Esto podría significar que los casos están en trámite, aún sin resolverse, o que nunca llegaron a iniciarse formalmente.

Un 12.2% de los casos se encuentran “Archivados”, mientras que un 8.1% de los encuestados no sabe cuál es el estado de su caso. Finalmente, solo un 2.7% de los casos se resolvieron “A favor”, y un 6.8% resultaron “En contra” de la persona denunciada.

Estos datos son un claro reflejo de la dificultad que enfrentan las víctimas de falsas denuncias para encontrar una resolución favorable en el sistema judicial. El porcentaje de casos que no están en curso (48.6%) y los que se encuentran archivados (12.2%) suman más de la mitad de los casos, lo que evidencia la lentitud y la burocracia del sistema. Esto agota emocional y económicamente a las personas, quienes muchas veces abandonan la lucha legal.

El hecho de que solo un 2.7% de los casos se resuelva a favor de la víctima de la falsa denuncia es alarmante. Muestra que, incluso cuando la inocencia es evidente, el camino para demostrarla es largo y lleno de obstáculos. Este bajo porcentaje de resultados favorables perpetúa la sensación de impunidad para quienes utilizan este tipo de denuncias como una herramienta de venganza.

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Invertir la carga de la prueba, culpables hasta que se demuestre lo contrario

El gráfico muestra que la gran mayoría de las personas denunciantes no presentó pruebas sólidas, comprobables y reales en su contra. Un alarmante 71.6% de los afectados reportó que la evidencia presentada era falsa. Por otro lado, un 23% afirmó que el denunciante no presentó ninguna evidencia. Un 4.1% de los encuestados no estaba seguro sobre la evidencia. Solo un 1% reportó que se presentó evidencia multimedia, como videos, grabaciones o capturas de pantalla.

La abrumadora cifra de 94.6% (71.6% de evidencia falsa y 23% de ninguna evidencia) nos dice que la mayoría de los casos de impedimento de contacto y falsas denuncias se basan en acusaciones sin sustento o directamente en mentiras.

Para la Fundación Crecer en Familia, este gráfico es una prueba más de que la justicia a menudo se utiliza como una herramienta de venganza en lugar de ser un mecanismo para resolver conflictos. Un proceso legal iniciado sin pruebas sólidas causa un daño irreparable a las personas y a las familias involucradas. Genera angustia, sufrimiento económico y emocional, y el dolor de una separación forzada de los hijos, sin que exista una razón real para ello.

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